Y es que este pequeño pueblo de Madrid, muy cercano de la capital, ha ganado fama mundial gracias a esta fruta.
Allí se encuentra el Museo del Melón, único en el mundo, y en el que se cuenta la historia del melón negro, que dio renombre a la villa.
Cuna de meloneros
Este curioso museo se abrió 2003 gracias al empeño de muchos vecinos de Villaconejos pero en particular del de uno de ellos. Fernando Agudo es su impulsor y es quien mejor puede hacer la visita guiada de las salas. En el edificio se han ordenado, desde la plantación a la venta, todos y cada uno de los pasos de la producción del melón pero, también, este museo recoge muchos recuerdos y fotos muy entrañables en las que aparece su familia y él mismo desde que era un niño.La historia comienza averiguando el origen del melón negro. La simiente la trajo un soldado del norte de África hacia 1900. Era el abuelo de Fernando Agudo. En la visita guiada (gratuita, reservas: tel. 918 938 314) relata cómo ha desaparecido esta variedad y que las que ahora se venden con el sello de Villaconejos son piel de sapo (tipo Sancho) y mochuelo, esta última una auténtica delicia que se paga a precio de oro cada verano, pues la producción es muy pequeña.
El museo conserva utensilios, fotografías muy entrañables que recuerdan el duro trabajo del melonero. “Pasábamos meses fuera del pueblo, por los campos de Toledo, Guadalajara… allí se construían las chozas, muy humildes, y se inciaba el ritual de la siembra”. Un ritual que Fernando explica paso a paso y desvelando detalles curiosos de la labor de cada miembro de la familia, pues había misiones específicas: “los niños éramos quienes metíamos la semilla, la pipa de melón, en el agujerito. Después, las mujeres venían echando un cacillo de agua dentro y cerrándolo”.
Una tarea dura. No hay más que ver las fotos que cuelgan en este museo para darse cuenta de cómo era la vida del melonero (y por extensión de cualquier agricultor) en el siglo pasado.
El museo muestra los utensilios y aperos de labranza propios del melonero, algunos mejorados con ingeniosos inventos para hacer más efectiva y liviana la labor.
Mientras se avanza por los pasillos llenos de información y recuerdos, Fernando se adelanta casi al final, cuando una vez recogidos los melones, los vecinos de Villaconejos, con el carro cargado, salían a venderlos a los puestos de Madrid.
Hay unas fotos muy bonitas del Mercado de Ventas que recogen toda esta historia y es el momento en el que el visitante, sin poder evitarlo, pregunta a Fernando (hoy frutero, con un magnífico puesto en el Mercado de Chamartín) cuál es el truco para reconocer un buen melón: “saber de dónde viene… y comprar en un buen puesto, ataja entre risas”. Y es que, nos asegura, “para conocer cómo está un melón con el clásico truco del “cachete”, hay que haber palpado muchos, pero muchos, melones”. Ya pasaron los años en los que melones y sandías se vendían con el reclamo a voces de “a cala y a prueba”.
Arretestinao, pepino o vinao
Lo que sí sigue existiendo, sobre todo entre los meloneros y los amantes de melón, es un lenguaje muy peculiar. Y en el Museo del Melón de Villaconejos se ha reproducido un curioso vocabulario que define sabores y estados del melón: pasao, muy maduro; vinao, con exceso de azúcar que hace que se fermente y sepa a vino; arretestinao, carne apretada y con sabor a pipa; pepino, sin madurar, verde; encalao, la carne tiene huecos; acorchao, sin madurar por haberse cortado antes de tiempo…La última de las dudas que aborda al visitante es saber cómo puede haber tantos melones con el sello de Villaconejos, ¿todos salen de las tierras de este pueblo madrileño?. Fernando Agudo nos explica también este punto: “No hay tierra para tanto melón, se cultivan fuera de la localidad pero con la semilla autóctona y, así, puede llegar en pleno invierno, por ejemplo, de Brasil. Por eso, cada vez más vemos melones fuera de su temporada natural, el verano”, concluye.
Ahora que está a punto de iniciarse la temporada natural del melón, desde Con Mucha Gula te aconsejamos que te acerques a conocer este museo y alguna de las cooperativas del pueblo, donde vas a poder comprar los mejores y auténticos melones de Villaconejos (Madrid).
Algunos datos sobre el melón
¿Sabías que España es el mayor consumidor de melones de Europa? Pues sí, encabeza la lista con 10,5 kilos per cápita al año, seguido de Italia, con unos 8 kilos, y luego vendrían Francia, Reino Unido, Países Bajos, Suiza, Alemania y Hungría.También hay que destacar que estamos entre los tres principales productores mundiales, con un millón de toneladas, detrás de China e Irán, aunque hay que señalar que durante mucho tiempo estuvo a la cabeza de la exportación.
El origen del melón parece situarse en el sur de Asia, concretamente en Irán. Se extendió a Egipto, las culturas griega y romana lo hieron muy popular y fue Cristóbal Colón quien lo introdujo en América. En aquella época el tamaño del melón era como el de una naranja, pero a lo largo de los siglo se expandió tanto en tamaño como en tipo.
El melón (Cucumis melo) es una planta herbácea de tallos rastreros y, actualmente, existen más de 800 variedades en el mundo. Según las características de la corteza, del color de la pulpa, del tamaño o la forma, pueden agruparse en tres tipos básicos (verde, cantalupo y amarillo).
El melón verde engloba las variedades piel de sapo, rochel y tendral. El piel de sapo es uno de los más consumidos en España. Su carne es amarillenta, compacta y crujiente. Y su sabor dulce, aromático, refrescante y con mucha agua. Es de forma alargada y suele pesar entre 1,5 y 2 kilos. El tendral es muy similar en la forma, pero su cultivo es más tardío.
(originario de Armenia, aunque tomó su nombre de un pueblo cerca de Roma y ahora donde más se cultiva es en América) tiene forma esférica y la piel es reticulada.
El cantalupo
Pero lo más característico es que la pulpa es de color salmón y muy aromática. Dentro de los cantalupos está la variedad francesa charentais o melón de Cavaillon. Es pequeño (entre los 500 y los 1.500 gramos) y con carne amarillenta.
El melón amarillo, también conocido como honeydew, es pequeño, redondo y amarillo por dentro y por fuera. Hay una variedad rugosa y otra lisa. El galia es una mezcla, un cruce, entre las variedades cantalupo y amarillo. De forma redondeada, su corteza de color verde pasa a amarillo en la madurez y su pulpa es blanco verdosa. Pesa alrededor de un kilo.
Me ha encantado, ya que no lo sabia he iremos a visitarlo,donde recordaremos viejos tiempos, un abrazo. FERNANDO
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